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Noticias Servicio Militar Obligatorio
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Fuente: Web del Ejército de Tierra Cerca de 200 personas asistieron el 25 de mayo al homenaje que la Asociación de Veteranos de Sidi-Ifni rindió en Almacellas (Lérida) a los fallecidos, heridos y desaparecidos durante la Guerra de Ifni-Sáhara, así como a todos aquellos jóvenes que realizaron el servicio militar en territorio africano entre 1934 y 1969. Este homenaje coincidió con el encuentro que anualmente celebran los asociados. Entre los actos programados destacaron la inauguración de un monumento conmemorativo en el Parque del Vilot y un concierto a cargo de la Música de la Inspección General del Ejército. Contaron con la asistencia del alcalde de Almacellas, Josep Ibarz, el subdelegado de Defensa en Lérida, coronel Pablo Martínez, y el presidente de la Asociación de Veteranos de Sidi-Ifni, Miquel Querol. Por su parte, Miquel Bolart acudió en representación de la Mesa de la Ponencia de Cultura de Defensa. Tú a Valdeón y él a California
Fuente: diariodeleon.es Santos González, "el de Picos".¿aprendiste el idioma? «¡pero si las borregas no saben inglés!», responde santos, veterano de la guerra en sidi ifni, sobre los años en los que fue pastor en EE.UU.
Con nueve años apenas cumplidos ya subía el ganado al Puerto de Llavarís a cumplir con el viejo rito del pasto y el parto, y en aquellos altos valdeoneses dormía en la choza cubierta de ramas de escoba entre marzo y mayo sin ningún miedo, que cuidar los animales era lo suyo, y recuerda bien cómo un día de abril cayó tal nevadona que tuvieron que bajar a Porciles a la carrera y con todos los telares encima. Los había mayores y pequeños en aquellas majadas, y los guajes como él también trabajaban de lo lindo «podando acebos para echárselos a las vacas, y también el mojizo, lo que cuelga de las hayas, ibas con la hoz y detrás metían ellas el hocico, les gustaba mucho». Eran unos Picos muy diferentes a los que hoy transita el turista, con todas las laderas aterrazadas y alfombradas de trigo, garbanzos y maíz, lentejas y centeno, y campas de yerba, un tapiz de verde práu y dorado grano, y de mucho trabajo de acarreo y apaciente que impedía a rapaces como Santos acudir a la escuela. En un principio le mandaron a cumplir con la patria a Sabiñánigo, Pirineo de Huesca, pero echaron entonces unos sorteos «para cubrir bajas» en la guerra marroquí, hoy olvidada, que se libraba en Sidi Ifni y al joven Santos le tocó, con la singularidad del viaje en avión y con la durísima sequedad de aquellas tierras, algo del todo sorprendente para el montañés. Santos tiró muchos tiros y vio muchos heridos —a un compañero le entró una bala por el trasero, le bajaron como pudieron entre grandes voces— y también muertos —a casi toda una posición que aguantaba delante de la suya se la llevó por delante un obús—. En el monte Boyerizo se pasaron un mes entero esperando relevo, soportando bombas, y él con la misión de controlar una de las partes del mortero. Por eso casi se le hiela la sangre cuando en una ocasión vio cómo un soldado jovencillo se equivocaba y metía el proyectil «con la espoleta para dentro». «¡La sacamos de la misma boca del mortero en el último momento!», dice, respirando aún hoy con alivio. A la vuelta —se dice pronto, pero tardaron en barco 23 días— la gente del pueblo quedó asustada, ni esperaban verlo de nuevo. Y por volver a salvo hizo ofrendas al Cristo de Boca y a la Virgen de Corona. |