"Lo cierto es que allí no había nada por lo que valiera la pena luchar"
Segunda parte de una entrevista inédita a Miquel Bolart mantenida en 2007
-¿Hubo algún enfrentamiento en campo abierto, o la contienda se enquistó en una incómoda guerra de guerrillas?
-En Tagragra hubo enfrentamientos, sí. Cuando nos retiramos, dejamos atrás una compañía para efectuar la voladura del fuerte; nos encontramos que habían copado los dos laterales del monte y tuvimos que correr tres kilómetros y medio bajo fuego enemigo. Nunca había corrido tanto en mi vida.
-¿Cómo vivió la celada a la sección de Ortiz de Zárate, camino de Telata?
-Cuando llegamos a Ifni todavía no los habían liberado, pero ya sabíamos que él había muerto. Cuando volvieron a Sidi Ifni estaban destrozados. Casi ni los reconocía, y habíamos pasado meses juntos.
"Pronto nos dimos cuenta de que estábamos combatiendo en una guerra de verdad"
Primera parte de una entrevista inédita a Miquel Bolart mantenida en 2007
Miquel Bolart sirvió como paracaidista en la Segunda Bandera.La Operación Gento se organizó para liberar las posiciones de Tiugsa y Tenin. Participaron en ella las dos banderas paracaidistas -entre ellos el caballero legionario Miquel Bolart Cámara (Barcelona, 1938)- más un tabor de Tiradores y una sección de morteros expresamente enviada desde la Península. Un pequeño ejército de más de 1.500 hombres que fue fustigado continuamente por fuego de francotiradores -las bandas armadas rehuían en lo posible y como buenos guerrilleros el combate abierto. Fue en esta operación donde sufrió uno de los episodios de fuego amigo que alimentan la leyenda negra de la guerra de Ifni: "Solicitamos apoyo aéreo para ocupar una cota; eran las 10.30 horas, y tres horas después los Heinkeol todavía no habíuan hecho acto de presencia, así que atacamos la posición. Cuando ya la habíamos tomado, llegaron los bombarderos... ¡Y lo que nos bombaedearon! No nos liquidaron a todos de milagro.
Bolart formaba parte de la 6a compañía de la Segunda Bandera Paracaidista. Cobraba una mensualidad de 575 pesetas, una pequeña fortuna en comparación con la peseta diaria que recibíala tropa estacionada en la Península, e incluso con las seis de los recultas destinados a Ifni. En febrero de 1958 participoó en la ocupación de Ercunt, donde se produjo el segundo salto de combate en la historia del paracaidismo español.. Él se lo ahorró porque la papeleta le tocó a la Primera Bandera.
Segunda parte de una entrevista inédita con Josep Maria Contijoch mantenida en 2007
-Contijoch, veterano de la guerra de Ifni y autor de Impresiones de un movilizado, entrevistado en 2007 su residencia de Montblanc (Tarragona). Fotografía: Máximus.Los baamranis no son saharauis, pero tampoco marroquíes...
-Creo que en el fondo sí que se sienten marroquíes, aunque son de origen bereber. Hay quizás un sentimiento de diferencia, pero por circunstancias históricas se han acabado identificando. El Sáhara, en cambio, es otra cosa: los saharauis siempre han dicho que ni rezan al sultán ni pagan impuestos.
-Se cuenta la anécdota de las mujeres baamranis de Sidi Ifni que escupían a los soldados españoles porque sabían que tenían órdenes de no responder y así los humillaban; y de los hombres baamarani que trazaban una línea en la arena de la calle y les retaban a no traspasarla porque más allá, decían, era territorio marroquí...
-Lo del escupitajo lo vi, pero lo atribuyo al ramadán: podíamos estar por ejemplo formando para el desayuno, que nos repartían el chusco con leche, y ellas pasaban a una distancia de unos cincuenta metros y escupían, sí, pero es que no las veíamos, dudo mucho de que fuera con la intención de ofendernos. Los de la ralla en la arena no lo había visto ni oído jamás, pero puede ocurrir que interpretes un hecho de una manera que tiene poco que ver con la realidad, y que con el tiempo vayas deformando y magnificando las cosas.
Primera parte de una entrevista inédita con Josep Maria Contijoch mantenida en 2007
Josep Maria Contijoch con el uniforme de la Policía Territorial durante su Servicio Militar en Ifni.
Sirvió en Ifni entre junio de 1957 y noviembre de 1958, así que se chupó toda la guerra (y más). Destinado primero en la unidad de policía de la colonia, Josep Maria Contijoch (Montblanc, Tarragona, 1935), ingresó a los tres meses como mecanógrafo en el estado mayor del gobernador del África Occidental Española, el general Gómez de Zamalloa. Era el encargado de escribir a las familias para comunicarles la baja en combate de su hijo recluta. Como policía cobraba una soldada de 720 pesetas al mes; en la península, los reclutas como él recibían una (digamos) paga de 30 pesetas. Ha recogido sus memorias de guerra en Sidi Ifni '57. Impresiones de un movilizado (Cossetània, 2002).
-¿Nadie se esperaba una operación enemiga?
-Algo nos olíamos, porque teníamos noticia de concentraciones tanto en Agadir como en Bulimin, pero no se nos advirtió que el ataque era inmimente. Tanto fue así que los fortines del interior quedaron rodeados; entre ellos, el de Sidi Inno, donde sólo había un cabo español: los auxiliares, todos moros, se lo cargaron.
-Y el alto mando, ¿tampoco?
-Lo mismo: si sabían algo, nadie lo exteriorizó, y de hecho no había ninguna inquietud. Y lo sé porque yo mismo servía en esos momentos en el estado mayor.
Desembarco de Sidi IfniEstaba amaneciendo un nuevo día cuando un amigo mío se asomó a la barandilla de "El Virgen de África". De repente, al darse la vuelta, gritó todo asustado ¡Les he visto, les he visto! ¿Y qué creen ustedes que había visto mi amigo Félix para asustarse tanto? Lo que había visto eran cuatro moros con la barba blanca que estaban esperando abajo en una barca grande para que cuando llegásemos a dicha barca, nos ayudasen a bajar la carga que llevábamos y después instalarnos en el anfibio que nos sacaría hasta la playa que estaba a un kilometro de distancia. Estos moros eran muy diestros en la mar. Lo primero que nos preguntaban era si teníamos FLUS o tabaco, que algún compañero, sacaba el paquete y les daba para que fumasen, guardándose el sobrante en el bolsillo de una guerrera militar que llevaban puesta, porque allí los amaneceres eran muy fríos. La verdad es que la bajada del barco era peligrosísima. Debíamos bajar por unas escaleras de dos cuerdas y un palo redondo como banzo que se ponía muy resbaloso al pisar por ellas. Estos moros nos recibían llamándonos reclutas y otras cosas peores.
Con el mosquetón al hombro, el saco de petate en una mano y en la otra la maleta, después de tres meses y medio de mili formándonos en Tenerife, unos en la instrucción, otros haciendo el curso de conductores, otros haciendo el curso de cabos, otros haciendo el pan nuestro de cada día, y todo esto para que al llegar a Sidi-Ifni unos mal educados moros nos llamasen "reclutas". Una vez pasados de la barca al anfibio ya fue otra cosa porque el conductor era un joven de la quinta anterior a la nuestra y muy educado que nos decía que lo íbamos a pasar muy bien (que otra cosa nos podía decir) ya que la guerra ya había terminado. Entonces las siete olas brincaban sobre nosotros. ¡Oh playa de las siete olas, cuántas cosas no habréis visto, cuántas blasfemias tan grades no habrá perdonado Cristo!
Una vez llegados a la playa nos estaba esperando el cabo primero Benítez. Éste era un cabo reenganchado de dos quintas antes que estaba en Melilla y cuando comenzó la guerra le llevaron a Ifni. Este cabo nos trataba peor que si fuésemos reclutas.